Tengo una semana con mi Comai, en la que sólo escuchamos música venezolana, y si no, música de los 90. No se qué es. Andamos con una nostalgia tanto hogareña, como de infancia. Es bastante extraño y peculiar.
Todo empezó una calmada tarde de verano, en la que un popular grupo de chicos de los 90 aparecieron en la computadora de la Comai. Pues si, eran Los Backstreet Boys. Escuchamos casi todas las canciones, tan fuerte era el recuerdo de nuestra niñez, que hasta que la piel se nos erizó. Después nos fuimos hacia un grupo de chicos, pero estos ya eran venezolanos. Yo sé que ustedes saben que yo hablo de Salserín ¡Aghs! Ellos son el guilty pleasure más escondido de cualquier venezolano. No hay persona que haya pasado por los 90 que no se sepa “De Sol a Sol” o “Una Fan Enamorada”.
Si, si, la estás cantando ahorita ¿no? Nada, mientras escuchábamos a Servando y Florentino, la nostalgia se volvía mas fuerte, pero el momento cumbre fue este pasado viernes. El día sábado 20 de noviembre fue el día de nuestra cena navideña. Lo sé, muy temprano, no importa era necesario. La Comai y yo salimos desde las 6 hasta las 9:30pm caminando por toda Recoleta y Barrio Norte comprando los ingredientes para las hallacas y el pernil. Mientras caminábamos, canciones como la vaca mariposa tuvo un terner, un becerrito lindo, salían de nuestras afinadas voces.
Al llegar, la primera decisión fue, poner gaitas. La moza, el negrito, la negra esa del Tamunangue y el pastelero, fueron nuestros primeros acompañantes mientras barríamos, lavábamos, y limpiábamos esa casa. Cuando terminamos y empezamos a cocinar, Guaco se quedó con nosotras, y mas tardecita llegaron los Adolescentes, que ellos querían ganar algún juego, no recuerdo. Ahí ya estaba puesto el pollo y empezaba a hacer el cochino.
Mientras todo se hervía, y se doraba, un amor como el nuestro paseaba por la casa. De la nada, alguien tocó la puerta; tun tun, mi Comai me vió y dijo ¿quién es?, GENTE DE PAZ, pues queríamos que les abriéramos la puerta por ser Navidad. Muy dudosas comenzamos a preguntarnos que ocurriría si La Virgen fuera andina, y San José de los llanos, a los segundos nos llegó la respuesta el niño Jesús sería un niño venezolano.
Ya teníamos afuera el las maracas y el cuatro, nos faltaba el arpa. Y llegó tío Simón para acompañarnos esa noche. Nos hablaba del amor y de Mercedes. Que sabio que es ese viejo. A la noche le faltaba algo para ser VE-NE-ZO-LA-NA, pues claro, EL HIMNO. Ay compañeros, esa Comai y yo como sentimos ese himno, nosotras ERÁMOS el bravo pueblo.
Seguramente se preguntarán que paso con esas hallacas y ese pernil. Pues les debo contar sin modestia, ni humildad, que esa comida nos quedó mi amor con te quiero y chispitas de I love you. Fue hecha con tanto amor, que no podía quedar mal.
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