Desde pequeña mi mamá me enseño que un paraguas esta hecho para no mojarte si esta lloviendo. Se usa cuando está cayendo agua encima de tu cuerpo, poder caminar con tranquilidad y sin mojarse por lugares que no están techados.
Los argentinos no saben como usar un paraguas. Uno, al ser nuevo, sufre de los cambios climáticos, más sorpresivamente, que los que ya han vivido toda su vida en ese lugar, entonces cómo saber que en Buenos Aires se debe cargar un paraguas (TODO EL TIEMPO) en el bolso. Entonces, nos atenemos a las consecuencias, y nos empapamos.
Pero eso no es la única razón por la cual llegamos a nuestros apartamentos como recién salidos del río. Para no resfriarse, uno camina por la parte techada, pues funciona de paraguas para ignorantes y derepente ves a una pelotuda, o un pelotudo, o una vieja, que tiene un paraguas del tamaño de King Kong, que puede proteger a 5 personas, caminando por la parte techada. Pero eso no queda ahí, cuando te ve, su reacción es pegarse a la pared (es decir, al lado que mas esta techado y menos se pueden mojar) dejándolo a uno, del lado donde no solo cae el agua del cielo, sino el agua de las matas y las gotitas escurridizas de los pisos de los apartamentos.
“Disculpe, persona indecente y cara de orto, ¡PODRÍA TENER UN POCO MAS DE DECENCIA Y ARRIMARSE USTED A LA PARTE DONDE CAE AGUA, PUES FIJESE QUE EN SU MANO TIENE UN ARTEFACTO PARA TAPARLA Y EN CAMBIO EN LA MIA NO HAY NADA! SI NO LO VA A USAR, NO LO SAQUE”. Palabras que me pasan por la cabeza todos los días de lluvia en Capital.
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